
Dentro del panorama que la pandemia nos ha tenido estos últimos meses, han surgido un sinfín de interrogantes por el futuro del país, principalmente en materia económica; pero ¿nos hemos cuestionado donde quedan los derechos humanos en lo que estamos viviendo?, siendo la base para que una sociedad pueda existir en un entorno de libertad, justicia y paz, es inevitable hacer una pausa y analizar si han sido respetados, y si los lineamientos gubernamentales han beneficiado o perjudicado a la sociedad en materia de estos.
El confinamiento y las decisiones que el gobierno ha tomado en base a la pandemia pone en tela de duda la protección de ciertos derechos humanos, por ejemplo, la suspensión inmediata de todas las actividades no esenciales, cuestiona el disfrute del derecho al trabajo, imposibilitando a todo aquel que si su actividad no le permite trabajar bajo la modalidad de “home office”, salir a buscar el sustento para él y muy probablemente para su familia, claro que no podemos dejar de lado que todas estas medidas han sido con el objetivo de proteger el derecho a la vida de todos, expresando el valor que se da a la vida humana.
Sin embargo, que sucede con los grupos vulnerables cuyo sustento se encuentra en el día a día, el cual implica salir a la calle, y para los cuales las medidas sanitarias son imposibles de aplicar, grupos que significan la mayoría del país; estamos hablando de derechos humanos donde la igualdad esta primero, pero es una realidad que no todos vivimos en las mismas condiciones, no sería justo entonces que las políticas públicas sean planificadas en perspectiva de desigualdades, en relación a la realidad que viven los diferentes grupos del país.
El confinamiento sin duda no es igual para todos, y la columna vertebral de toda política pública es el enfoque a los derechos humanos, el gobierno debe identificar a los grupos vulnerables y crear dichas políticas con un enfoque diferencial y especializado para estos, con una atención que responda a las particularidades y grados de vulnerabilidad en que se encuentran, así como programas que incluyan planes de recuperación económica y social, que tenga como fin corregir las desigualdades, buscando la forma de adaptar los lineamos de acuerdo a las necesidades de cada uno, es inadmisible en situaciones como estas poner a toda la población en un mismo rango, porque no todos vivimos igual, y no podemos permitir que la protección de un derechos humano signifique poner el peligro el disfrute de otros.